Librería La Luna Nueva |
En una librería venden libros. Si fuese tan sencillo…
Venden libros, pero también revistas, cuadernos y agendas. Ni el más sabio
conoce todo lo que se puede llegar a vender en una librería. En algunas venden
vinos, bolígrafos y carpetas de colores. En otras, el oficio de librero se
combina con… Lean el último libro de Juan Bonilla y verán… Calendarios de escritores o posters, quién
sabe lo que pueden ofrecerte. Y ahí no queda la cosa. Hay libreras que nos
venden los libros, nos recomiendan lecturas y nos hablan del universo. Son
personas educadas y prudentes, observadoras, gente que siempre está a la
expectativa, porque de un lector se puede esperar cualquier cosa. Si fuese tan
sencillo… Es que además entran otros lectores, como tú, otros seres atraídos
por ese no sé qué de las librerías. Seres atraídos y abstraídos. Entramos como
atontados en las librerías. Te encuentras con tu vecino o tu compañero de
trabajo. Y no los reconoces, porque en las librerías todos somos otros: somos
los que huelen los libros y se deslumbran con sus brillantes cubiertas. Somos
espectros que habitan un limbo delicioso. Si fuese tan sencillo… Además acude
gente a presentar sus libros, para que veamos en qué acaba tanta lectura desbocada.
Leen sus poemas para que impregnen los libros y, a su vez, reciban es empujón creativo,
ese barniz que no han encontrado en su escritorio. Y los que no saben escribir
van a aprender en los talleres que organizan los libreros. Leemos tanto, que al
final pensamos que debemos escribir, que podemos escribir, que sabemos
escribir… Y que tenemos algo que contar. Si fuese tan sencillo… Algunos se
reúnen en las librerías para comentar lo que han leído, como si al hacerlo
exprimieran la celulosa al máximo. Todo lector sabe que hablar de un libro es
como hablar de un teorema de matemáticas o de un cuadro de Velázquez. Pero
insistimos. Y todas estas travesuras las observan los libreros, las promueven.
Están ahí, de fondo. Su sonrisa a veces me inquieta. Creo que saben algo que yo
ignoro, una especie de secreto que se transmiten unos a otros. Quizás lo
escondan en los marcadores de páginas o en las agendas que venden. He llegado a
pensar que todos ellos son unos lunáticos. ¡Incluso algunos de ellos escriben! Los
libreros, gente extraña, habitan las librerías como si de un universo propio se
tratase, una burbuja ajena al aburrimiento cósmico. Y tienen razón.