Se ha hallado el ADN humano más antiguo
de la Historia en la Sima de los Huesos, Atapuerca (Burgos). La colaboración
entre el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y el Equipo de
Atapuerca ha permitido secuenciar el genoma mitocondrial de un fémur de unos
400.000 años (Pleistoceno Medio). Dada la degradación de los restos, se ha
requerido el uso de nuevas técnicas analíticas. El equipo del Instituto Max
Planck ya había logrado secuenciar el ADN de un oso de ese mismo yacimiento.
Este ADN humano ha sido comparado con
el ADN de otras especies cercanas: humanos actuales, simios, neandertales y
denisovanos (restos de homínidos encontrados en Denisova, Siberia). Los
denisovanos son parientes lejanos de los neandertales. Se separaron hace unos
700.000 años. Los análisis muestran, según la revista Nature, que los restos de
Atapuerca están más cerca de los denisovanos que de los neandertales. (Fuente:
Museo de la Evolución)
Dos gramos de polvo del hueso de un fémur
y la colaboración de varias instituciones científicas han sido suficientes para
alcanzar esos resultados. La
investigación básica que ha hecho posible este proyecto tiene una larga
historia y se ramifica en múltiples disciplinas. Para explicar el origen del
ser humano estamos necesitando antropólogos, paleontólogos ecólogos, físicos, y
biólogos moleculares. Las técnicas experimentales nacidas en un campo de
investigación están dando resultados en otro muy diferente.
La respuesta de los ciudadanos ante este
proyecto es muy positiva. El hecho de que se trate de investigaciones que
trabajan con ADN parece que en este caso no plantea problemas porque sólo
analizan, identifican y clasifican; no modifican el material genético de esos
seres vivos.
La
percepción social del uso de los resultados de la biología molecular y de la
biotecnología no suele ser tan positiva en campos como la producción de alimentos
transgénicos o la terapia génica sobre células germinales. Gran parte de los
ciudadanos está muy alerta ante los peligros que podría traernos la
manipulación del ADN de las especies. Ese miedo a lo impredecible y desconocido
pesa más que los beneficios concretos en la producción de alimentos. En lo que
respecta a las terapias, solemos aceptar muy bien las intervenciones que no
afectan al futuro de la especie. Pesa más el miedo a manipular la especie
humana y a desencadenar procesos irreversibles que la posibilidad de evitar que
ciertas secuencias genéticas indeseables se transmitan a las siguientes
generaciones.
José María Seguí Simarro en su libro Percepción social y divulgación de la
biotecnología (Universitat Politècnica de València. 2011) expone muy bien
los factores que intervienen en la visión que tienen los ciudadanos de las
biotecnologías. Analiza los resultados de las encuestas realizadas en Europa
(Eurobarómetros), los aspectos ideológicos y sociales que confluyen en estos
debates y el papel decisivo que desempeña la divulgación científica. Muy
interesante es la tabla de los principales hitos de la biología molecular y la
biotecnología: comienza en 1902 con el primer cultivo in vitro de células
vegetales (G. Haberlandt) y termina con la creación de la primera bacteria con
genes sintetizados artificialmente en 2010 (The J. Craig Venter Institute).
Diario de Jerez, 10 de diciembre.