Somos redes neuronales capaces de volverse sobre sí
mismas, de pensarse. El camino evolutivo que hemos seguido ha dado lugar a
estos cerebros, con miles de millones de neuronas y billones de conexiones. Somos
seres conscientes: nos damos cuenta de que pensamos, sentimos, vivimos...
Las personas
realizamos reflexiones de segundo orden. No es lo mismo elaborar una teoría
sobre los átomos que pensar cómo es posible elaborar una teoría sobre los átomos.
No es lo mismo pintar un cuadro que pensar sobre qué significa que un cuadro
sea bello. Todas estas reflexiones trabajan con conceptos. Y los conceptos se
enlazan mediante argumentos.
Cuando todo
funciona bien, parece que estas reflexiones de segundo orden son innecesarias.
Sin embargo, cuando surge una dificultad, algo que no encaja, comenzamos a
plantear cuestiones para aclararnos. Así, hemos presenciado cómo las
vanguardias artísticas nos llevaron a pensar seriamente qué es una obra de
arte. La física cuántica provocó un intenso debate sobre los límites del
conocimiento humano.
Y llegamos a la
educación. Siempre ha sido un asunto enrevesado. Desde el momento en que un ser
humano pretende modificar la conducta de otro ser humano surgen problemas. Que
en una habitación de pocos metros cuadrados haya treinta organismos dispuestos
a modificar su conducta siguiendo lo que dice otro organismo es un hecho que
implica a toda una civilización.
Uno de los retos
de la teoría de la educación es el de su naturalización. Es imposible entender
qué significa educar si dejamos a un lado la teoría de la evolución y la
neurociencia. Si queremos mejorar nuestros sistemas educativos, tendremos que
utilizar esos conocimientos científicos. Sabemos que toda pedagogía contiene
una idea de ser humano. Y aunque es cierto que todas nuestras reflexiones se
han gestado en la tradición humanista europea, hoy debemos explicarnos desde
las teorías científicas. Lo difícil será obtener un discurso coherente que
integre lo esencial de esas disciplinas sin desembocar en el reduccionismo o en
la dispersión de datos.
Estos senderos
de reflexión sobre el conocimiento, la educación, las ciencias y el arte
arrancarán de lecturas de divulgación científica y filosófica. A lo largo de
estas líneas aparecerán mencionados libros que han sido publicados
recientemente y libros que vieron la luz hace años. Estos senderos comunicarán
unos libros con otros tomando como hilo conductor los conceptos que hoy
necesitan ser revisados. Y, como pensar es crear, conectaremos ideas
procedentes de diferentes ámbitos de la experiencia. Y, como crear es
comunicar, utilizaremos los géneros y recursos literarios necesarios.
Quizás sólo seamos cerebros conservados en
toneles, de oloroso, controlados por un ordenador que nos suministra estos
mundos mediante impulsos eléctricos aplicados a nuestra corteza cerebral.