martes, 14 de enero de 2020

PENSAR CON EL AJEDREZ

Ilustración de Domingo Martínez

No hace falta ser un experto en ajedrez para reconocer sus virtudes educativas. Como las reglas son muy sencillas, empezar a jugar es muy fácil. Hay gente que lleva toda la vida practicando y jamás ha estudiado estrategias. Y hay ajedrecistas que analizan partidas ajenas, aprenden jugadas específicas y estudian las obras de los expertos. Existen muchos centros educativos que ya cuentan con esta actividad. En el IES Seritium, por ejemplo, el profesor de Lengua y Literatura Agustín Celis ha creado un taller de ajedrez en los recreos. La respuesta del alumnado ha sido muy positiva hasta el momento.
Leontxo García, periodista especializado en ajedrez, tiene muy claro que se trata de una excelente herramienta educativa. En “Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas” (Crítica, 2013) afirma que sirve para desarrollar la inteligencia y para combatir el Alzheimer. Es muy barato, universal y puede jugarse por Internet. Además conecta las artes y las ciencias. A lo largo de su experiencia, ha encontrado 24 cualidades o capacidades que se desarrollan al practicarlo: concentración, memoria, razonamiento lógico, pensamiento científico, autocrítica, responsabilidad personal, motivación, autoestima, planificación, previsión de consecuencias, capacidad de cálculo, imaginación, creatividad, paciencia, disciplina, tenacidad, atención a varias cosas a la vez, cálculo de riesgos, deportividad, sangre fría, cumplimiento de las reglas, respeto al adversario, visión espacial y combatividad.
En matemáticas, los niños y niñas que juegan al ajedrez mejoran el cálculo y el razonamiento lógico, y lo mismo ocurre en lengua con la comprensión lectora. Hay programas educativos que introducen este juego ya en preescolar. Con los más pequeños no hace falta dominar todas las reglas. Las piezas sirven para ir adquiriendo nociones espaciales, temporales, formales y sociales. Leontxo insiste en que también es útil para la inteligencia emocional.
En el libro citado, dialoga con Fernand Gobet, gran jugador y científico dedicado a la psicología. Gobet es más escéptico: no existen pruebas concluyentes de los beneficios cognitivos del ajedrez. Leontxo es partidario de introducir el ajedrez en los colegios. Piensa que mejoraría muchas capacidades del alumnado. Sin embargo, Fernand Gobet no cree que el ajedrez aporte nada especial en ese sentido. Desmitifica la importancia que algunos le dan. No cree que “los ajedrecistas sean mejores a la hora de pensar en general”. Además, insiste en que una vez que se domina el juego, se utilizan patrones de forma rutinaria, mecánica. Las capacidades mencionadas por Leontxo solo se desarrollarían al principio, en la fase de aprendizaje del juego. Gobet es muy crítico con la idea de la transferencia del ajedrez a otras áreas del conocimiento: “Si practicas mucha geometría serás muy bueno en geometría, pero nada más.” Al menos, reconoce que el ajedrez sí es especialmente útil para los niños con problemas de atención. Y ambos están de acuerdo en que no es bueno que los alumnos se obsesionen con el ajedrez…
Francisco J. Fernández en “El ajedrez de la filosofía” (Plaza y Valdés, 2010) lleva a cabo una aproximación filosófica al ajedrez. El autor es Doctor en Filosofía por la Universidad del País Vasco con una tesis sobre la Teoría de los Principios en Leibniz. Sostiene que el ajedrez no ha sido objeto de un estudio filosófico como se merece. Nos cuenta cómo empezó a jugar, a leer libros y revistas, y a preocuparse por todos los asuntos conceptuales que rodean este juego. Gran parte de ese recorrido transcurre en Andalucía, como profesor de instituto y jugador.
El libro es una especie de autobiografía intelectual, de ahí que sea muy ameno, a pesar de los asuntos tan complejos que aborda: el ajedrez y los ordenadores, el enfoque jurídico para comprender el juego, el estilo sincrónico frente al estilo diacrónico, los sistemas formales, la perspectiva lingüística… El ajedrez ha nutrido de metáforas a todas las ciencias, pero ha sido especialmente fecundo en la lógica, la matemática y la lingüística. Así, el juego puede ser comparado con el sistema axiomático, o puede ser utilizado para analizar la relación entre la sintaxis y la semántica. Tampoco se olvida de la pragmática… Hay reflexiones sobre la enseñanza del ajedrez, comentarios de algunos movimientos y partidas… Por supuesto aparecen los grandes maestros, y se pregunta por lo que significa ser un genio en este juego. Como Leontxo, Francisco J. Fernández también cree que jugar al ajedrez mejora muchas de las capacidades del alumnado.

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