Ilustración de Domingo Martínez |
No
hace falta ser un experto en ajedrez para reconocer sus virtudes educativas.
Como las reglas son muy sencillas, empezar a jugar es muy fácil. Hay gente que
lleva toda la vida practicando y jamás ha estudiado estrategias. Y hay
ajedrecistas que analizan partidas ajenas, aprenden jugadas específicas y
estudian las obras de los expertos. Existen muchos centros educativos que ya
cuentan con esta actividad. En el IES Seritium, por ejemplo, el profesor de
Lengua y Literatura Agustín Celis ha creado un taller de ajedrez en los
recreos. La respuesta del alumnado ha sido muy positiva hasta el momento.
Leontxo
García, periodista especializado en ajedrez, tiene muy claro que se trata de
una excelente herramienta educativa. En “Ajedrez
y ciencia, pasiones mezcladas” (Crítica, 2013) afirma que sirve para
desarrollar la inteligencia y para combatir el Alzheimer. Es muy barato,
universal y puede jugarse por Internet. Además conecta las artes y las
ciencias. A lo largo de su experiencia, ha encontrado 24 cualidades o
capacidades que se desarrollan al practicarlo: concentración, memoria,
razonamiento lógico, pensamiento científico, autocrítica, responsabilidad
personal, motivación, autoestima, planificación, previsión de consecuencias,
capacidad de cálculo, imaginación, creatividad, paciencia, disciplina,
tenacidad, atención a varias cosas a la vez, cálculo de riesgos, deportividad,
sangre fría, cumplimiento de las reglas, respeto al adversario, visión espacial
y combatividad.
En
matemáticas, los niños y niñas que juegan al ajedrez mejoran el cálculo y el
razonamiento lógico, y lo mismo ocurre en lengua con la comprensión lectora.
Hay programas educativos que introducen este juego ya en preescolar. Con los
más pequeños no hace falta dominar todas las reglas. Las piezas sirven para ir
adquiriendo nociones espaciales, temporales, formales y sociales. Leontxo
insiste en que también es útil para la inteligencia emocional.
En el
libro citado, dialoga con Fernand Gobet, gran jugador y científico dedicado a
la psicología. Gobet es más escéptico: no existen pruebas concluyentes de los
beneficios cognitivos del ajedrez. Leontxo es partidario de introducir el
ajedrez en los colegios. Piensa que mejoraría muchas capacidades del alumnado.
Sin embargo, Fernand Gobet no cree que el ajedrez aporte nada especial en ese
sentido. Desmitifica la importancia que algunos le dan. No cree que “los
ajedrecistas sean mejores a la hora de pensar en general”. Además, insiste en
que una vez que se domina el juego, se utilizan patrones de forma rutinaria,
mecánica. Las capacidades mencionadas por Leontxo solo se desarrollarían al
principio, en la fase de aprendizaje del juego. Gobet es muy crítico con la
idea de la transferencia del ajedrez a otras áreas del conocimiento: “Si
practicas mucha geometría serás muy bueno en geometría, pero nada más.” Al
menos, reconoce que el ajedrez sí es especialmente útil para los niños con
problemas de atención. Y ambos están de acuerdo en que no es bueno que los
alumnos se obsesionen con el ajedrez…
Francisco
J. Fernández en “El ajedrez de la
filosofía” (Plaza y Valdés, 2010) lleva a cabo una aproximación filosófica
al ajedrez. El autor es Doctor en Filosofía por la Universidad del País Vasco con
una tesis sobre la Teoría de los Principios en Leibniz. Sostiene que el ajedrez
no ha sido objeto de un estudio filosófico como se merece. Nos cuenta cómo
empezó a jugar, a leer libros y revistas, y a preocuparse por todos los asuntos
conceptuales que rodean este juego. Gran parte de ese recorrido transcurre en
Andalucía, como profesor de instituto y jugador.
El
libro es una especie de autobiografía intelectual, de ahí que sea muy ameno, a
pesar de los asuntos tan complejos que aborda: el ajedrez y los ordenadores, el
enfoque jurídico para comprender el juego, el estilo sincrónico frente al
estilo diacrónico, los sistemas formales, la perspectiva lingüística… El
ajedrez ha nutrido de metáforas a todas las ciencias, pero ha sido
especialmente fecundo en la lógica, la matemática y la lingüística. Así, el
juego puede ser comparado con el sistema axiomático, o puede ser utilizado para
analizar la relación entre la sintaxis y la semántica. Tampoco se olvida de la
pragmática… Hay reflexiones sobre la enseñanza del ajedrez, comentarios de
algunos movimientos y partidas… Por supuesto aparecen los grandes maestros, y
se pregunta por lo que significa ser un genio en este juego. Como Leontxo,
Francisco J. Fernández también cree que jugar al ajedrez mejora muchas de las
capacidades del alumnado.
https://www.diariodejerez.es/jerez/Pensar-ajedrez_0_1427857632.html