J. Pollock |
Y nadie sabe por qué uno sigue, sobrevive, como si todo significase algo. Deberíamos haber aprendido a vivir los días, los instantes, los momentos que se desvanecen... Pero toda enseñanza es inútil ante semejante desatino de la naturaleza. No hay inteligencia que sea capaz de hilvanar la miseria de los días. No hay intuición capaz de entrelazar las angustias diarias, porque este universo carece de... Pensamientos de un maldito roedor, aturdido por la inminencia del desastre, claro, nada especial en este cosmos. Y nadie sabe por qué uno sigue, como si la sombra de los olmos fuese un regalo. Deberíamos haber aprendido a descifrar el código de los días en la niñez, cuando el tiempo era infinito. Pero ahora, con la conciencia a pleno rendimiento, nos faltan los días, claro, y las noches. Arrastramos ocultos misterios, falsos, enrevesados dilemas, falsos, todo tan hiriente...