Las crisis periódicas del
capitalismo traen a colación viejos espectros que recorren Europa, al menos
espectros conceptuales. Si a ello añadimos el centenario de la Revolución Rusa y los ciento cincuenta
años de la publicación de El Capital,
tenemos todos los ingredientes para que aparezcan montones de libros dedicados
a “la actualidad de Marx”.
Miguel Parra |
Los filósofos marxistas, o marxianos, sostienen que lo mejor
que le ha podido ocurrir al pensamiento marxista es que el socialismo real haya
desaparecido. Sólo así es posible volver a Marx sin intermediarios ni
escolásticas soviéticas o maoístas. Asistimos a un renacimiento del pensamiento
de Marx, un filósofo al que debemos, ante todo, una actitud crítica radical, un
modelo de intelectual moderno, y quizás no tan sistemático como nos han hecho
creer las simplificaciones de los manuales.
Y no se trata de volver a realizar una hermenéutica de los
textos, ya que se generaría una nueva escolástica. Volver a Marx implicaría
retomar su enfoque para abordar los problemas sociales de hoy, un enfoque
despojado de los lastres metodológicos de su época y enriquecido con los
conocimientos de las ciencias naturales y sociales: abandonar la dialéctica
hegeliana y adoptar la metodología científica.
La editorial Pasado y
Presente acaba de publicar “Marx 2020”,
de Ronaldo Munck, doctor en Sociología Política por la Universidad de Essex. A
lo largo de sus nueve capítulos el autor es capaz de plantear los principales
núcleos temáticos del marxismo de hoy. En el primero, aborda el complejo
laberinto del discurso marxista, desde sus orígenes hasta la posmodernidad. En
los siguientes habla de ecología, desarrollo, trabajadores, feminismo, cultura,
nación y religión. En el último escribe acerca del marxismo y el futuro de
nuestras sociedades. Ronaldo Munck explora lo que Marx dijo o no dijo sobre
cada asunto, cómo aprovecharon esa ambigüedad sus seguidores y cómo pueden
utilizarse hoy las diferentes soluciones teóricas para abordar los problemas
que nos interesan.
Volver a Marx implica volver a pensar. Porque de sus
ambigüedades puede nacer la incertidumbre. Volver a pensar, por ejemplo, sobre
el papel de la cultura. Lejos de las simplificaciones economicistas y
reduccionistas, Gramsci recordó que la hegemonía se gana en el ámbito
simbólico, en el terreno de las ideas, aunque estén al servicio de las
relaciones de producción vigentes. Volver a Marx implica volver a pensar, por
ejemplo, qué entendemos por desarrollo económico. Marx vivió una época,
heredera de la Ilustración, en la que no había límites, los recursos parecían
infinitos y la conciencia ecológica no había surgido. Volver a Marx supone
preguntarse por el sujeto de la revolución, por el nuevo concepto de trabajo en
un mundo globalizado.
¿Para qué puede servir que
nuestros alumnos conozcan mínimamente a Marx? ¿Es una mera reliquia utópica? A
lo mejor el Marx real, el que escribía en prensa, el de la Internacional, el
del Manifiesto, el del Capital, el amigo de Engels… A lo mejor ese Marx sigue
oculto, tapado por tanta hermenéutica, oscurecido por los dogmatismos… Es su
actitud crítica, ilustrada y científica la que puede ser útil en nuestras
aulas, la que puede evitar todo engaño, toda injusticia, una actitud que
analiza la realidad material para desvelar las verdaderas causas de este
maldito teatro.
http://www.diariodejerez.es/jerez/marxismo-juegos-malabares_0_1123688120.html