Sabe el filósofo que en la sociedad del espectáculo mimetizarse es una forma de resistencia. Quieren los poderosos que el pensamiento crítico se convierta también en espectáculo, en circo. Les encanta poder convertir los gritos en marcas y la ideas en logotipos. Huir del espectáculo sin dejar de roer los cables del sistema, ésa es la única forma de resistencia. El artista tiene que parecer un artista. El escritor tiene que parecer un escritor. Mientras los productores del espectáculo confían en el control de todas sus imágenes, el artista mordisquea los cables delante de sus cámaras. Mira el productor de imágenes y sólo ve sus imágenes, sus títeres. Mira el roedor y sólo ve formas de llegar a los enchufes y al transformador. Mientras los artistas oficiales duplican el mundo para ser doblemente dominado, el roedor envía mensajes ocultos con instrucciones sobre la infraestructura eléctrica del sistema. El roedor nunca se va, sólo se diluye entre las grietas olvidadas por los amigos del hormigón. El roedor nunca tiene prisa porque sabe que hay muchos cables, demasiados. Y roerlos todos va a ser una tarea infinita.